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La hiperinflación alemana de 1923

 



Billete de 100 billones de Marcos alemanes en 1923, año en el que el precio del pan era de 80.000 millones de Marcos.

El Tratado de Versalles (1919) establecía las sanciones que le fueron impuestas a Alemania tras perder la I Guerra Mundial.

Estas sanciones fueron principalmente territoriales (Alemania perdió territorios donde contaba con gran cantidad de minas importantes para la extracción de recursos naturales, como hierro y carbón) y económicas (20.000 millones de marcos).

Francia e Inglaterra presionaron duramente a Alemania para que hiciera frente a los pagos que le correspondían. Esto fue en parte debido a que EEUU también presionaba a dichos países para que le pagasen los préstamos y créditos, a pesar de saber que esto haría que Francia e Inglaterra presionarían a Alemania y sabiendo la importancia de la reactivación de la economía alemana para el comercio internacional y norteamericano.

Alemania no contaba con los fondos ni el oro suficiente para atender a dichas sanciones e indemnizaciones, por lo que la República de Weimar iniciaba de la peor manera su vida económica. No obstante, el hundimiento de la economía alemana llegaría en 1923, cuando franceses y belgas ocupan la región del Ruhr, justificándose con que Alemania no estaba haciendo frente a los pagos que debía hacer.

Todas estas sanciones hicieron que los precios de la economía alemana comenzaran a subir, lo cual provocó un déficit tanto público como en la balanza de pagos. Por el lado del déficit público, este provocó que se emitiera deuda pública y se creara más dinero para financiar el déficit (monetización del déficit), lo cual hace que vuelvan a aumentar los precios, disminuya el ingreso tributario y vuelvan a aumentar los precios. Como aumentan los precios, la gente exige salarios más altos, lo que hace que los costes de producción aumenten y los precios vuelvan a subir. Por el lado de la balanza los pagos, al haber déficit la moneda se devalúe, lo que hace que el precio de las importaciones aumenten y los países extranjeros demanden productos alemanes, ya que son más baratos, y todo ello contribuye a que sigan aumentando los precios en Alemania, llegando así a la situación de hiperinflación que se alcanzó en 1923.

La respuesta para tratar de solucionar esta situación fue el Plan Dawes (1924), un plan que tenía como objetivo estabilizar la economía alemana mediante la renegociación de las sanciones acordadas en el Tratado de Versalles y la entrada de capital extranjero (principalmente estadounidense) en Alemania (lo que acabaría siendo aún más deuda para el país).

Este plan llevó a debate a economistas como Keynes y Ohlin. Keynes opinaba que dicho plan requería de una situación de deflación en Alemania, lo cual tendría efectos negativos en la economía y en el ámbito político-social de dicho país. Por el contrario, Ohlin defendía que dicha deflación no era necesaria ya que los efectos-renta de los pagos de las reparaciones eran suficientes para mantener el flujo de dinero desde Alemania a sus deudores.

Cabe hacer un breve inciso para recordar que quien más se aprovechó de esta situación de inestabilidad político-económica fue el Adolf Hitler y su Partido Nacionalsocialista, quien mediante a unos discursos esperanzadores en los que prometía recuperar la estabilidad en los precios fue capaz de obtener la mayoría en las elecciones de 1933, convirtiéndose en canciller alemán. 

Finalmente, la solución a esta situación de hiperinflación llegó de la mano del Rentenmark, una nueva moneda de valor fijo y que sirvió para poner fin a la emisión de billetes

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